Adriana y Arturo forman parte del Aula de Músicos de Autismo Aragón, un proyecto coordinado por las musicoterapeutas Carmen Alperte y Sara Bosque, en el que participan 11 chicos y chicas.
El pasado sábado, nuestros dos protagonistas, participaron en la sesión de Jazz más larga de la historia, organizada en la Bóveda del Albergue y resultó una experiencia positiva y enriquecedora para todos.
Queremos que sea una de las impulsoras de este proyecto, Carmen, quien haga la crónica lo que allí sucedió.
«Adriana y Arturo estuvieron increíbles.,
El día comenzó en el ensayo con todos los chicos del Aula de Músicos por la mañana. Preparamos la clase como si fuera La bóveda, con las sillas dispuestas para que sus compañeros fueran el público. Les expliqué que Adriana y Arturo iban a ir a representarnos a todos y que teníamos que transmitirles mucha fuerza. Impresionante el ensayo e impresionante la actitud del resto de compañeros… uno de los chicos que tiene lenguaje dijo “Esto es muy bueno”… jajajaja… Hicimos una fiesta para animarles y todos fueron subiendo al “escenario ficticio» a tocar y cantar.
En la Bóveda:
La sala estaba llena de gente, así que entramos por una puerta cerca del escenario para que ellos se sintieran más tranquilos y les preparamos unas sillas a pie del escenario. Quise que bajaran un poquito antes de que actuarán para que sintieran el ambiente que había, no pudimos poner el incienso con el que trabajamos habitualmente por la alarma de humos, pero no hizo falta, cuando vi como disfrutaban del jazz que estaban interpretando supe de inmediato que todo iba a ir muy bien, que entendían perfectamente lo que sucedía. Me acerqué con ellos y nos dimos ánimos… en realidad yo estaba más nerviosa que ellos.
La primera pieza que interpretaron fue el Concierto de Aranjuez. Arturo haciendo el acompañamiento y Adriana la melodía. Fue increíble, el silencio era absoluto. La mayoría de los que había en la sala eran músicos y todos se quedaron impresionados. Lo hicieron muy, muy bien!! Impresionante!!
La gente no podía dejar de aplaudir. Después Adriana y yo con la guitarra cantamos “El día que me quieras” una pequeña frase cada una. Atenta a los turnos con una voz preciosa y radiante de felicidad. Se sentía en su espacio, como si el escenario comenzara a formar parte de su identidad.
De nuevo al terminar una ovación impresionante. Los papás muy felices (les dedicamos a ellos nuestra actuación, porque se lo merecen… y mucho).
La gente nos decía cosas muy bonitas. Hasta nos salió un bolo…
Qué grandes Adriana y Arturo!!!»
Y desde IdeasAmares añadimos «¡que grandes también Sara y Carmen que trabajan con entusiasmo para que proyectos como estos se hagan realidad! ¡Enhorabuena!»
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