Tras dieciséis años en los escenarios con el nombre de Pingaliraina, la compañía aragonesa ha escenificado hoy su última farsa para despedirse con una inmolación y un teatral juicio sumario en el que ha sido condenada “a vagar eternamente, como el Holandés errante, por los procelosos mares del arte y del teatro con un nuevo nombre: Los Navegantes”.

En esta ocasión, el escenario ha sido un solar de la calle San Blas y el atrezzo una inquisidora hoguera. Los escritores Fernando Lalana, Daniel Nesquens y José Luis Corral, y los dramaturgos Mariano Cariñena y Mariano Anós, entre otros colaboradores de Pingaliraina, han actuado de acusadores y han arrojado al fuego libretos, ropajes y personajes para desvincularse definitivamente de la compañía culpable, entre otras lindezas, “de destrozar textos y acabar con los directores, ser rácana con los actores…”, y también “de tener un nombre de pronunciación imposible”.

Mariano Lasheras y Jesús Pescador, fundadores de Pingaliraina han intentado en vano defenderse, pero el peso de los cargos era abrumador. De manera que, inspirados por el fuego purificador, han aceptado su condena y desde ya mismo, empiezan una nueva etapa como Los Navegantes, un nombre para todos los públicos y que embarcará en nuevos proyectos y producciones teatrales a esta compañía aragonesa, especializada en recreaciones históricas y en espectáculos para niños de 0 a 103 años. Los dieciséis años de trayectoria de la extinguida Pingaliraina serán, sin duda, un buen equipaje para este nuevo y largo viaje.

Tras la pira teatral, un vinito en buena compañía para despedir a Pingaliraina y dar la bienvenida a Los Navegantes.

CONTINUARÁ…. 🙂

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