El Teatro de las Esquinas vibró con una celebración auténtica y cómplice con su público.

El Teatro de las Esquinas fue ayer el escenario de una celebración tan merecida como inolvidable. La cantante y formadora vocal Alizia Romero, pionera en España del modelo Estill Voice Training, ofreció un concierto lleno de energía y autenticidad por sus 30 años de carrera artística. Un concierto que desbordó emoción, talento y complicidad. En un ambiente cargado de cariño y admiración, con un repertorio especialmente significativo y con destacadas presencias sobre el escenario, Alizia Romero desplegó toda su maestría vocal llevando al público de emoción en emoción.

Desde el primer acorde, quedó claro que no era un concierto más. Sobre el escenario, Alizia se rodeó de artistas y amigos que han compartido momentos clave en su carrera. Alba Torres, Virginia Bernabéu, Sergio Sanz y Sonia Herrero fueron algunos de los talentos que subieron con ella al escenario, junto a las siempre poderosas Chicas del Gospel y su Escuela de Gospel, que brillaron con arreglos vocales inéditos, creados especialmente para esta cita.

El repertorio fue una verdadera banda sonora emocional: clásicos de Laura Pausini, Mariah Carey o Celine Dion, piezas de gran carga vocal que Alizia bordó con la intensidad que la caracteriza. Pero también hubo lugar para la sorpresa: composiciones propias nunca antes estrenadas, y una joya muy especial, la canción “No te olvides de mí” de Diana Navarro, que interpretó por primera vez en público con una brillantez conmovedora que hizo vibrar al teatro entero.

Hubo también muchos momentos entrañables con saludos, en vídeo, de personas muy significativas para la artista: Tania Cubero, Carmen Barrantes, Nacho Rovira, y el marido de la cantante, José Antonio Lacosta, acompañado del inseparable perro de la pareja, Otto, arrancaron sonrisas y aplausos del público.

Y el momento más divertido estuvo protagonizado por la cantante Vicky Tafalla, con una intervención brillante y cómplice que desató carcajadas y añadió una chispa muy especial. Además, el público participó activamente en un simpático concurso en el que, a través de grabaciones de la propia Alizia desde su infancia y adolescencia, tuvieron que adivinar cuántos años tenía en cada una. Un juego divertido que reforzó ese sentimiento de autenticidad y complicidad que impregnó todo el espectáculo.

Alizia no solo cantó: conectó, recordó, compartió, se rió y emocionó. Demostró, una vez más, que lo suyo no es solo una voz prodigiosa, sino una presencia escénica y humana que deja huella. Por todo ello, la velada desbordó reconocimiento a una trayectoria llena de tesón y convicción que hacen de Alizia Romero una artista tan querida como admirada.